sábado, 3 de septiembre de 2011

¡Benditos Portabebés...!


El pasado mes de Julio tuvieron que realizar una pequeña intervención a nuestro peque, al parecer tenía el conducto lagrimal obstruído y siempre tenía los ojos “encharcados” y con legañas, sobre todo el izquierdo. A pesar de que desde su nacimiento yo lo venía observando y cada vez que iba al pediatra lo comentaba, nunca le dieron demasiada importancia, cuando podrían haberle puesto un tratamiento que posiblemente hubiera podido solucionar esta incidencia.

Esta intervención suele realizarse en el primer año de vida, cuando la membrana todavía es fina y hay más opciones de éxito con una sola intervención. A nuestro peque le realizaron esta intervención casi con dos años de edad. Finalmente parece que era una obstrucción muy leve, por lo cual esperamos no tener que volver a pasar por ello.

Con los nervios, la preocupación y la incertidumbre nos presentamos en el Hospital el día de la intervención y elegí la bandolera como compañera, por su facilidad de utilización, por ser práctica para poner y quitar y por ocupar poco espacio en mi mochila. Nos asignaron un box y nos dieron el pijama azul, con cada pieza de un color azul distinto, para que se le quitara su ropa y quedara “preparado” para cuando le llamaran a quirófano. Cuando llegó el momento, le llevaron en la cuna con ruedas, pero ya allí tuvimos que esperar a la puerta de quirófano a que llegara la anestesista. Así que descalzo y sin la cuna de ruedas, quedó en mis brazos. Inmediatamente saqué la bondolera y lo acomodé en ella, pegadito a mí. Estaba algo nervioso e irascible y quería irse de allí y que le dejara en el suelo; me dediqué a tranquilizarle, mimarle y jugar con él, bailando y cantando por el pasillo de acceso al quirófano.

Por fin le llamaron y se lo llevaron de mis brazos. Aproveché para hacer una visita al aseo y al poco de volver, me llamaron. Entré rápidamemte sin dejar mi mochila donde llevaba la bandolera. Me puse rauda el pijama, gorro y patucos que me facilitaron y esperé. Al ratito apareció mi peque en brazos de una enfermera desconcertado, lloroso, molesto, quejándose y restregándose constantemente los ojos, con un reguero de lágrimas y colirios, enrojecidos y con toda la zona de alrededor del lagrimal roja e inflamada. Como madre, me dió un vuelco el corazón. Le cogí en mis brazos, le abracé fuerte y le llené de besos intentando tranquilizarle. Saqué con una mano como pude la bandolera de la mochila y me la puse sin separarle de mí ni un segundo y así nos quedamos los dos más tranquilos, mi peque abrazado a mí mientras pasaba el desconcierto y las molestias y yo abrazándole y meciéndole suavemente con todo mi amor. Así hablé con la anestesista y con la doctora que le intervino, que hizo comentarios encantada sobre las ventajas del portabebés en esos momentos. Mientras yo, no dejaba de repetir en mi mente “¡Benditos Portabebés!, que me permiten tenerle en brazos, aportándole todo el consuelo y amor que necesita sin cansarme y entumecerse mis brazos por su peso!”.

2 comentarios:

  1. Ay Inma, no sabía de esta intervención. Benditos portabebés
    Un besazo

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  2. Ay Inma, no sabía de esta intervención. Benditos portabebés
    Un besazo

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¡Gracias por pasarte!. ¡Gracias por tus palabras! :).

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